La industrialización vendrá con nuestro siglo. Los viejos artesanos toneleros y carpinteros orientarán su actividad a la fabricación del mueble, que adquiere desde mediados de la década de los sesenta una importancia vital para la vida económica de Yecla. La Feria del Mueble, con periodicidad anual, ha sido el factor decisivo del gran desarrollo económico experimentado en las dos últimas décadas.
En la segunda mitad del siglo XIX, Yecla, vivirá un nuevo desarrollo económico basado en la creciente actividad vitivinícola. Ello vendrá unido a un importante cambio en la fisonomía urbana debido a las nuevas necesidades creadas. En la década de los ochenta, y sobre todo bajo la alcaldía de Epifanio Ibáñez, se construirá una nueva Lonja, se mejorarán las instalaciones de la Casa Consistorial, se construirá el Teatro Concha Segura, serán acondicionados los accesos a la ermita del Cerro del Castillo, reformando el propio santuario, la ciudad contará con un matadero municipal, alumbrado de gas, etc., y una nueva Parroquia, la del Niño Jesús. En todo este proceso de modernización de la ciudad, el arquitecto Justo Millán Espinosa será una pieza clave.
En los años iniciales del siglo XVIII, la corona española vive un enfrentamiento bélico, prácticamente una guerra civil, por dirimir la sucesión al trono a la muerte de Carlos II, último rey de la dinastía de los Austrias. Felipe V primero de los Borbones, es quien a efectos testamentales debe ocupar el trono, la oposición del Archiduque Carlos de Austria habrá de saldarse con el enfrentamiento militar Yecla intervendrá directamente en el conflicto desde sus inicios a favor de la causa borbónica, participará con aportación de hombres en los sitios de Jijona, Onteniente y Fuente la Higuera, Játiva y Caudete (1705-6), sufriendo en sus propias calles los efectos de la guerra el día 12 de abril de 1707, en que la villa es tomada por las tropas austríacas que no dejan piedra sobre piedra. Meses después la villa vuelve a ser saqueada, dejando a su población en la más absoluta miseria. Estas penalidades serán compensadas por Felipe V que otorga el título de "Muy Noble, Muy Leal y Fidelísima villa de Yecla", además de otras concesiones. Esto ocurría el 7 de octubre de 1707.
La Guerra de Sucesión significa cerrar un capítulo de la historia de Yecla en el que la miseria, pobreza, hambre y turbulencia social había marcado un largo período decadencia iniciado a comienzos del siglo XVII. Dos personajes de esta centuria merecen especial atención, Martín Soriano Zaplana, Zaplana (héroe local y origen de las Fiestas Patronales de Ciudad) y Martín Muñoz Salcedo, bandolero, que por sus proezas quedaría grabado en la memoria de las clases populares.
El siglo XVIII supondrá un período de reactivación de la villa en todos sus órdenes. Desde el punto de vista urbano se produce una extensión hacia la vega construyéndose amplían y rectilíneas calles. Demográficamente de 3.450 habitantes en 1760 se pasa a 10.440 en 1774. La agricultura experimenta un nuevo impulso, triplicándose las tierras puestas en cultivo: a finales del siglo X
A comienzos del siglo XVII, la comunidad franciscana contarán con nuevas instalaciones, de las que en la actualidad sólo se ha conservado la Iglesia de San Francisco y la Capilla de la Virgen de las Angustias, construcción aneja a la primera, construida a mediados del siglo XVII. La impronta francisca caló hondamente en la población de Yecla durante los siglos XVI al XVII; debiéndose fundamentalmente a tres razones: en primer lugar; por la figura carismática de Fray Andrés de la Rosa (1554-1624), instalado en Yecla desde 1576, cuyos poderes curativos, ciertamente prodigiosos, adquirieron gran fama, siendo objeto en vida de una veneración popular fuera de lo común. A su muerte se iniciará el proceso de beatificación del llamado "Padre Santo de Yecla", sin que llegara a buen término por razones que desconocemos. En segundo lugar, los franciscanos, desde 1605 habían conseguido el Castillo Árabe. Vistas restos muralla patronazgo de la villa, con lo que ello comportaba de ventajoso frente al clero regular