Desde un precioso mirador denominado "Paso de la Bandera", enclavado junto a una de las rampas de acceso al cerro, y desde la explanada del Santuario del Castillo, se observan las panorámicas más bellas de la ciudad. Entre un sinfín de tejados multicolores y de modernos edificios, emergen airosas las torres de las iglesias. Más allá de la urbe, se percibe el agro; los amplios campos, con sus tonalidades grises, pardas, ocres... y, al fondo, los cerrillos prehistóricos. Cientos de casas de labranza y chalés aparecen en la llanura, próximos a caminillos serpenteantes y a las transitadas carreteras.
Se eleva majestuoso en la cúspide del Cerro del Castillo, junto a los restos de lienzos de muros de la fortaleza medieval árabe. El santuario data, al parecer; de los siglos finales de la Edad Media, aunque ha sufrido numerosas reformas, entre las que destaca la remodelación de Justo Millán en la década de los ochenta del siglo XIX.
El santuario es sede de la imagen de la Patrona de la ciudad, la Virgen del Castillo, y del Santísimo Cristo del Sepulcro. Contiene seis obras pictóricas monumentales de tema bíblico, ejecutadas por Rafael Roses Rivadavia, autor también de las pinturas murales. Igualmente hay óleos de Damián Díaz, Juan Ortuño y Amparo Gálvez. En la zona de antigua fortaleza se han realizado excavaciones arqueológicas, dirigidas por Liborio Ruiz Molina.